Río Atrato

El Río Atrato es la principal vía de comunicación del departamento del Chocó. Es uno de los más caudalosos del mundo y de los que ofrece mayor navegabilidad. Su extensión es de 750 km y es navegable unos 500 km. Tiene su nacimiento en el cerro Plateado, en la Cordillera Occidental, sigue su curso hacia el Norte entre esta cordillera y la serranía del Baudó, para desembocar finalmente en el golfo de Urabá. El hecho de que la hoya del Atrato sea baja y de escaso declive explica la lentitud de su corriente y la formación de ciénagas y pantanos y de los continuos desbordamientos de las tierras que baña, por eso fue descrito por Alejandro de Humboldt como una larga laguna en movimiento.

Cuenca del Río Truandó y el Río Chintadó

El Rió Truandó es uno de los principales afluentes del Atrato en su margen izquierda. Forma una amplia y caudalosa cuenca que incluye numerosos brazos, tributarios y canales. Uno de los cursos de agua que se bifurca de él es el Chintadó.

La importancia del río Truandó como afluente del Atrato, el hecho de que la cabecera de su cuenca esté relativamente cercana a la costa pacífica y su escaso desnivel máximo (apenas 200 metros), ha significado que desde el siglo XIX se elaboraran proyectos para la construcción de un canal interoceánico Atrato-Truando, que uniera el Golfo de Urabá (Atlántico) con la Bahía de Humboldt (Pacífico). 

Las comunidades tanto afrocolombianas como indígenas de esta cuenca han sido objeto repetidas veces de grandes desplazamientos forzados que han terminado con centenares de familias teniendo que refugiarse en la cabecera municipal de Riosucio. Las estructuras paramilitares de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC) disputan los territorios a las comunidades de asentamientos como Join Puur o Jagual, con poblaciones Woaunaan y Embera.

Uno de los graves problemas que afrontan las comunidades de esta cuenca es el taponamiento sistemático del río Truandó y de otros cursos fluviales, lo que imposibilita la libre movilidad de personas y mercancias o cuanto menos la dificulta gravemente. Esta situación hace inviable a las comunidades sacar las cosechas a los mercados y las deja aisladas. Estos taponamientos se producen en gran medida por la acumulación de troncos y otros restos vegetales desechados por la industria maderera, que sólo aprovecha un 40% de lo que derriba. 

La pérdida de vegetación ocasionada por la explotación forestal y minera causa una erosión intensa de tierras que termina colmatando de sedimentos los ríos, disminuyendo sus cauces. Otro problema reciente que se suma al anterior es la reducción del caudal de agua, debida a la disminución de precipitaciones en las cabeceras, achacable en gran medida al cambio climático.

Río Salaquí

 

La cuenca del Río Salaquí se sitúa también en la margen izquierda del Atrato, más al norte de la del Truandó. Al igual que éste, su caudaloso curso de agua se bifurca en numerosos brazos y quebradas, en un terreno prácticamente plano.

Las comunidades afrocolombianas e indígenas que habitan la cuenca del Río Salaquí han sufrido numerosos bloqueos, retenes fluviales e incursiones en sus territorios por parte de los grupos paramilitares, provocando desplazamientos colectivos forzosos hacia la cabecera municipal de Riosucio.

El cauce del río Salaquí también se ve dificultado por los constantes taponamientos provocados por el arrastre de troncos y desechos vegetales.

 

 

Ríosucio

 

 

Es la población de entrada al Bajo Atrato, con unos ocho mil habitantes. Se sitúa en la margen derecha del río, en un amplio meandro, en terreno bajo e inundable, donde confluyen las aguas del Río Sucio, del Truandó y el Quiparadó, con el Atrato, que es la única vía de comunicación practicable.

Cuencas del Río Curvaradó y del Río Jiguamiandó

El Curvaradó es uno de lo mayores afluentes del Atrato, al que desemboca por su margen derecha, igual que el Jiguamiandó. Estas dos cuencas han sido consideradas históricamente unas de las mayores reservas ambientales del mundo. Los grandes humedales que se forman son excepcionalmente fértiles. Hoy, sin embargo, gran parte de este territorio se ha convertido en un vasto monocultivo de gran escala, fundamentalmente de palma aceitera, ganadería extensiva y explotación masiva de madera. Esto se ha conseguido mediante la apropiación ilegal de territorios colectivos, la titulación fraudulenta de propiedades, la compra de tierras inalienables, por medio de intimidaciones a la población y aprovechando los desplazamientos forzados de las comunidades.

Las comunidades de Curvaradó y Jiguamiandó, conformadas por más de quinientas familias en su mayoría afrodescendientes, primero fueron víctimas de desplazamiento forzado y posteriormente han tenido que afrontar el despojo de tierras por parte de empresas palmicultoras. A medida que las comunidades regresaron a su región y se han organizado para defender sus derechos, las muertes ejemplarizantes y las amenazas han ido en aumento. Sin embargo, las comunidades retornadas han logrado permanecer en el terreno, constituyendo a este efecto Zonas Humanitarias y Zonas de Biodiversidad.

Los territorios colectivos de las cuencas de los ríos Jiguamiandó y Curvaradó hacen parte de la propiedad colectiva que la Ley 70 de 1993[21] otorgó a los pueblos afrodescendientes. Según esta Ley, las tierras colectivas son inalienables, inembargables e imprescriptibles, pues se reconoce en la propiedad colectiva un carácter inherente a la identidad étnica y cultural de estos pueblos. En el año 2000 el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria, Incora, le adjudicó 46.084 hectáreas al Consejo Comunitario de Curvaradó y 54.973 hectáreas al Consejo de Jiguamiandó. Los territorios colectivos son manejados por juntas dentro de los consejos comunitarios, los cuales son elegidos por votación popular de los miembros de las comunidades.